En el corazón de Getsemani, uno de los barrios más pintorescos de Cartagena, entre graffitis y artistas callejeros, se encuentra una de esas “casas lejos de casa” que todo viajero anhela encontrar cuando emprende una aventura hacia lo desconocido.
Desde el momento de pisar la entrada y tras una cálida bienvenida propia de lugareños de estas latitudes caribeñas, Benjamín, Laura y todos y cada uno de los integrantes del staff del Media Luna Hostel te invitan a pasar unos días entre compinches. Una vez aclimatado a la nueva casa, se puede elegir entre habitaciones dobles, triples y dorms.
Las habitaciones compartidas además de súper espaciosas, limpias y cómodas, cuentan con una “amenity” sutil pero a la vez vital para el sueño del mochilero amigo: las camas marineras, que en cualquier otro hostel rechinan y se bambolean de acá para allá al compás de cada revolcón del vecino de la cama de arriba, acá están hechas de material, lo que para quien duerme abajo significa un sueño a prueba de roommates noctámbulos, fiesteros y/o vespertinos. Además, el espacio entre una y otra cama es más que sobrado y placentero.
Pero no todo pasa por las habitaciones adentro de un hostel. Si las personas que uno conoce hacen del viaje uno inolvidable, los espacios comunes de un hostel pueden convertirse en protagonistas de viajes extraordinarios. Más aún en el Media Luna, donde los 40°C de cada tarde en Cartagena tienen un enemigo acérrimo: la hermosa pileta que entre palmeras y amigos nos invita a un chapuzón en el patio central del hostel. Para las noches, además, hay un bar con terraza, música y reposeras que ofrece tragos, jugos y licuados.
Como si todo esto fuera poco, el Media Luna cuenta con una frutilla del postre. A su versión citadina se le suma, a sólo una hora de camioneta, su faceta más caribeña. Un viajecito en canoa por entre manglares nos lleva hasta los refrescos y ritmos latinos con los que Daisy nos espera para darnos la bienvenida en la playa del Media Luna Barú. Los kayaks y paddleboards están a disposición para usar cada vez que uno lo quiera, igual que los equipos de snorkel, juegos de mesa y algunos libros en distintos idiomas. Una de las recomendaciones, más allá de disfrutar del relax isleño, es hacerse una escapada hasta el pueblito de Barú. A nosotros nos acompañó Arnaldo para una tarde entre lugareños, niños, sonrisas y fútbol.
Sea llegando a Colombia y como primer destino, para un descanso en el medio del viaje o para despedirse del cálido pueblo colombiano, el Media Luna y su gente son el hogar que uno siempre quisiera tener cuando se encuentra del otro lado del mundo extrañando su casa.
29/09/2016
América, Colombia, DATOS ÚTILES, EL VIAJE