Toda esa energía que flotaba contenida en el aire de Varanasi finalmente explotó, ¡y de qué manera!, en lo que fue el festival multitudinario más loco, exótico y desopilante en el que alguna vez haya tenido la suerte de estar.
Acá va una serie de fotos sobre lo que sucedió hace unos días durante los festejos en honor a Shiva, el Dios destructor del hinduismo, y en la ciudad que según la leyenda él mismo habría fundado.
A las 0 hs. del domingo 10 de marzo una fila interminable de hombres comienza un recorrido de 25 km de caminata. Cuando pregunto por qué las mujeres no son parte de estos festejos me sorprendo al escuchar que “no están físicamente preparadas”. (Sin embargo, para juntar leña y cargar tanques de agua incluso a los 60 años nunca se duda de su capacidad física).
Cuando sale el Sol sobre el Ganges es hora de que comiencen los festejos diurnos en honor a Lord Shiva.
El primer ritual consiste en acercarse al Ganges para purificarse en un baño con sus aguas sagradas.
Lo propio hacen los babas.
Quienes no sólo practican la clásica sumergida se sumergida repentina, repetida y a nariz tapada…
…sino que también se espolvorean con cenizas unos a otros.
Y así quedan, cubiertos en todo lo que no sea ojos y boca.
Una vez que terminan los baños, la gente se acerca hasta los shiva-lingam, monolitos de piedra que emulando la forma del pene representan a Shiva. El Dios de la reproducción (concomitante con la destrucción) recibe así la adoración de sus fieles en forma de agua sagrada.
En las filas para entrar a los templos se ven frutas, flores y leche, otras de las ofrendas que se le hacen al Dios.
A eso de las 8 de la mañana los babas comienzan a desaparecer de los ghats escalinatas arriba. Luego de decidir seguir a un grupo de ellos, llego al templo por donde una orquesta los escolta desde los costados mientras pasan a honrar a su Dios: Shiva.
Es para ellos un día muy esperado.
Las flores de colores adornan sus cuellos y cabezas.
La percusión y los vientos hacen todavía mejor el momento.
Detalles del look baba.
Terminado el momento del templo comienza la caravana por las calles principales y más anchas de la ciudad.
Sólo cada 12 años los naked sudha se acercan desde los bosques y montañas en donde viven para ser parte de estos festejos.
Esto los transforma en los protagonistas excluyentes de la fiesta.
Y además de encabezar la caravana…
…son miles que se amontonan sin dejar lugar para nada.
Los civiles esperan su paso desde atrás de un vallado.
Están los expectantes…
Los que se angustian…
Los que se divierten…
Y los traviesos…
Y “para que no pase nada” obviamente están los militares.
Entre los babas también hay mujeres.
Como ésta, que lleva una espada.
Y aunque deberían estar apartados…
Periodistas y fotógrafos siempre se las rebuscan…
Y se salen con la suya para estar entre los babas.
La caminata dura varias horas y hay que alimentarse.
Recargar energías con un poco de hachís.
E ingeniárselas para nunca dejar de llamar la atención.
Algunos lo hacen a caballo.
Y otros con mucha imaginación.
Son momentos para dejar en el recuerdo.
Los babas lo disfrutan especialmente.
Aunque algunos no lo demuestren tanto.
Y mientras los civiles siguen mirando.
Sacando fotos.
Saludando respetuosamente.
Incluso desde las alturas.
Ellos siguen marchando.
Pensando en el Dios que los guía.
Hasta que a eso de las 11 del mediodía, los festejos comienzan a disiparse.
21/03/2013
Asia, EL VIAJE, India, PORTFOLIOS