Una vez en la punta norte de Sumatra, son pocos los que se preguntan sobre cuál agarrar de los tres itinerarios posibles camino al centro de la isla. Los destinos más populares están a sólo una noche de coche cama con aire acondicionado, frazada y almohada si se hace la lógica. Pero para quienes transitar bajando la misma Transumatran Highway que ya se hizo subiendo resulta un tanto soso, para ellos existen otras dos que no por nada lejos de ser la principal son tan sólo rutas alternativas.
La que une Banda Aceh con Berastagi haciéndose un paso por entre las crestas de montaña promete, además de un viaje ajetreado y polvoriento, también paisajes espectaculares. Además son pocos los viajeros que toman este camino y la posibilidad de llegar a pueblitos en donde los extranjeros no son moneda corriente la hace todavía más interesante.
Sin mucha información al respecto más que un par de datos contradictorios, pero con el ímpetu y las ganas necesarios, desembarco desde Pulau Weh a eso de las 10 de la mañana y me subo a lo que será todo un día de viaje tras el cual completaré apenas el primer tramo de la odisea cordillenarana: Banda Aceh – Takengon.
Todo comienza en Batoh, la estación de colectivos de la capital acehtiense, desde donde hay que tomar uno de 5 horas hacia Bireuen (55.000 IRD = U$S 5,5).
Ahí hay que cambiar a alguna de las minivan que se adentra en los caminos bastante agitados de la montaña (45.000 IRD). Son 3 hs. de samarreo hasta Takengon, aunque tamizadas por la increíble onda de los lugareños.
El trayecto es bastante no recomendable para todo aquel que le agarren náuseas cuando se sube a un rodado. Varias partes de la ruta están en pésimas condiciones. Pero lo bueno es que se pasa por parajes de montaña remotos.
Las señoras son lo mejor: muchas se ríen y hasta “me pegan” cuando les saco fotos. Les encanta, aunque a veces se hagan las que no. A ésta por ejemplo se le nota la risa incluso en la cara de “enojada”.
Para los osados que elijan esta aventura, al final del camino hay algo así como una pequeña recompensa: Takengon descansa al pie de la montaña y a orillas del Danau Tawar.
La ciudad de por sí no tiene muchos puntos de interés, más que una mezquita…
…barrios de pescadores sobre el río que entra proveniente del lago…
…mercados callejeros…
…y curiosidades tales como este puesto itinerante de fuegos artificiales…
…o la versión indonesia del affair argento policía-mensaje de texto.
La caminata callejera puede proveerlo a uno de personajes entrañables.
Como un tal “Ansar”, que cuando me vio merodeando esta zona me ofreció llevarme a no sé dónde en moto a cambio de unas módicas rupias.
El susodicho. Amante de la aparición en fotos, no tendría el mismo aprecio para con la práctica de la lengua anglosajona.
Lo cierto es que llegamos al siguiente acuerdo: un viaje en moto por una de las costas del lago incluyendo una visita a algo cuyo nombre me era imposible decodificar a cambio de 15.000 IRD.
En el camino se ve cómo muchas casas tienen su criadero de peces en el jardín trasero.
Y también éstos flotantes, como los que hay a montones en Halong Bay.
Cruzando en balsa me saqué las ganas que me habían quedado desde Vietnam.
Arman con redes piletones en los cuales separan distintos tipos de peces.
Los alimentan, los reproducen y los venden en los mercados locales.
Estos, por ejemplo, son camarones en uno de los puestos callejeros.
Y entre estos manjares seguro que también aparece el pescado.
La gente siempre me invita a sentarme a su mesa y en una de las estaciones de buses me ofrecieron ¡perro!.
Es muy común ver a muchos tapándose la cara: no es por mal olor sino por la polvareda…
…ya que la ciudad está bastante limpia.
Como en todos el sudeste asiático las frutas son un manjar…
…y los bebés en motos una clásica peculiaridad.
31/07/2013
Asia, EL VIAJE, Indonesia