PORTFOLIOS – Detalles desde el medio del mar, en una isla llamada Koh Phi Phi

Los lugareños pasaron de ser pescadores a manejar canoas de cola larga en las que pasean los turistas.

Este tipo de motores de cola larga son ideales para navegar la zona porque la hélice está siempre casi en la superficie del agua, facilitando la navegación en zonas de aguas bajas.

Las rutas de escape en caso de tsunami están indicadas en las callecitas del pueblo.

Hábitat.

Koh Phi Phi pasó de ser una isla de buceo a una de fiesta.

Un cartel que lo dice todo: al parecer, ahora la plata es lo único que importa, también acá en la isla, e incluso por sobre las consecuencias que conlleva el turismo.

Leila es la hija de un Abidin, el lugareño con el que estuve hablando sobre cómo sobrevivió al tsunami.

Uno de los clásicos culinarios de Tailandia, el Pad Thai.

Cienpiés por doquier.

Acá también las mujeres le huyen al sol. Usan cremas que les deja la cara blanca todo el día.

Una vista un tanto insólita de Maya Beach, ya que suele estar repleta de gente. Por suerte, no cuando fuimos nosotros.

Una de las atracciones principales del “noche a noche” fiestero de Koh Phi Phi es el salto de soga encendida. Los más atrevidos saltan dos a la vez. Y los más borrachos terminan en el hospital. Se los ve en la playa al otro día.

La vuelta del cole, como muchos otros lugareños, en bici. De punta a punta del pueblo serán 10 minutos (salvo que haya embotellamiento de turistas).

La construcción se ve por todos lados, y hasta en los más impensados.

Esta señora vive en el medio de la montaña y junta el agua de lluvia en los mismos baldes que deja los platos sucios. Obviamente, después la toman ella y sus hijos.

Una amiga que saltó a mí y con quien anduvimos de caminata por el pueblo.

Maya Bay al atardecer.