Los que fuman y los que no, en Indonesia fumamos todos. La adicción ante la que languidece la fuerza de voluntad de hasta los más rudos, parece no encontrar límites en tierras del archipiélago. Desde pasajeros que se prenden un cigarrillo de trasnoche adentro de un colectivo cerrado herméticamente por el aire acondicionado hasta pequeñines que hace poco dejaron los pañales y se creen pillos por mostrarse humeando frente a amiguitos y desconocidos, cualquier masculino en el contexto que sea suele ir acompañado por un cigarro entre manos.
Pasa en Indonesia, y pasa 24/7. De la nube tóxica resultante, como de la de lluvia que te sigue a todos lados, de eso no se salva nadie.
En el 2009 el 57,4% de los hombres adultos indonesios eran adictos a la nocotina. Y en 2004 el 20% de las muertes masculinas se debieron al cigarrillo.
Entre los 13 y los 15 años, el 23,9% de los chicos fuma. Y dentro del mismo rango etario el 64,7% está expuesto al humo de cigarillo dentro de sus hogares.
Un paquete de cigarrillos sale U$S1.4 y el consumo representa un gasto de 13.900 millones anuales.
Y, obviamente, a nadie le importa quién está al lado y si le puede o no llegar a molestar. (Todas las estadísticas de este post corresponden a The Tobacco Atlas).
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