Volver a pisar una mega-ciudad india después de más de diez días en la montaña significa romper de repente con toda la paz espiritual alcanzada. La causa destacada es ese bocinazo interminable que musicaliza la vida cotidiana de las urbes respondiendo al dedillo a los dictámenes de las señales de tránsito y las pintadas en la parte de atrás de los vehículos: “HORN OK PLEASE” (ver PASA EN BOMBAY…).
A esta curiosidad hay que sumarle, además, que India es uno de los países más poblados del mundo y como tal debe ser también uno de los que encabezan el minuto a minuto del rubro transeúntes merodeando calles. Al no haber casi veredas, queda un sólo lugar por donde desplazarse. Así es como colectivos, camiones, rikshaws, taxis, autos particulares y peatones, pero también perros y vacas, conviven como pueden en medio del kaos que ellos mismos generan.
La vida de la gran ciudad, entonces, es intensa, veloz y llena de curiosidades. Puede que para algunos viajeros resulte un poco estresante e invasiva, pero si se pasa por ellas el tiempo justo y se está mentalizado para encontrarse con estos condimentos infaltables, puede uno realmente disfrutar de la locura india. Así me pasó en Bangalore, en donde estuve sólo dos días, de paso, y me divertí con situaciones de color como las que acá comparto.
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[…] dijo bocinazos, velocidad, estrés, intensidad, kaos? Acá va entonces la contracara del PASA EN BANGALORE… que supimos compartir hace minutos nomás. A los extranjeros que se vuelven locos con el ritmo […]