El moverse de un lado al otro dentro de un país desconocido es de por sí una de las experiencias viajeras que más me gustan. Con los pelos al viento en tuc tuc, apretado en un colectivo, colgado de un tren, en moto bajo la lluvia u oliendo la baranda de un buey desde una carreta, la sensación de movimiento y el no saber a dónde voy a llegar ni qué va a pasar ahí me generan algo así como una adrenalina viajera que después de un tiempo se me hizo adictiva. Y si a esto le sumo el condimento de hacerlo tal y cual la gente local, me gusta todavía más.
Siento que a través de los medios de transportes y su funcionamiento una sociedad muestra mucho de lo que es como conjunto y de la forma de pensar y vivir de sus individuos. Un hombre de traje y maletín chupeteando el borde azucarado de un Mohito de la primera clase de un tren bala que sale a horario un viernes a la noche desde Madrid para llegar, muchas horas después, también a horario a París, me cuenta cosas muy distintas a las que infiero al ver cómo dos campesinas suben un burro al compartimento de valijas de un colectivo que cruza el desierto de Marruecos antes de disponerse ellas mismas a ser una parte más del menjunje humano que formamos, entre el griterío y los olores, los que ya estamos arriba.
Y a la hora de hablar del transporte, India se las trae en grande. Les comparto una secuencia de imágenes que cuentan un poco la experiencia del moverse en bus local, el mismo que usan los lugareños, desde un punto a otro de India.
10/01/2013 at 05:28
buenisimo!!! se esperan más post laaaargos relatando peripecias!! saludos!!
10/01/2013 at 22:22
No te leo contento…qué te pasa?
besos
Luli