DÓNDE QUEDARSE – Viajar 350 años atrás para vivir la hospitalidad Rajput entre las torres y murallas de un castillo fortificado

Llegar a Chittor y encontrarse frente a frente con ese fuerte tan imponente lo lleva a uno a trasladarse instantáneamente en el tiempo. Las guerras sangrientas, los tres sacrificios voluntarios del pueblo y las leyendas que rodean estas tierras hacen que, a pesar de la ciudad nueva no tener mucho para ofrecer, el fuerte de Chittorgarh sea un punto casi obligado en un itinerario de viaje por Rajastán.

Un atardecer desde una de las terrazas del hotel.

Como primera capital del reino de Mewar y siendo uno de los centros de poder más disputados entre sisodias y mogoles, se trata de una visita fundamental y apasionante para entender a fondo los valores de honor e independencia que defendían los Rajput. Y si además se quiere completar la experiencia viviendo unos días como lo hacían estos guerreros, Castle Bijaipur es el lugar a elegir para ser agasajado con lo mejor de su tradición de hospitalidad.

La propiedad se mantiene intacta.

Y reluciente.

Fundado hace 350 años por Rao Shakti Singh, hermano menor del Marajá Pratap, el castillo reposa en el medio de un valle tranquilo y apacible desde donde la 13ra generación de Rajputs da la bienvenida cada viajero como su huesped más especial. ¡Y sí que lo logran! Tanto que resulta curioso sentirse como en casa cuando se está en realidad rodeado de torres y murallas que en otras épocas protegían a esta misma familia de los enemigos mogoles.

El fortificado perimetral.

Y los jardines coloridos que llenan de calidez y armonía la estadía.

Adentro, cada recoveco, cada detalle, cada escalón parece agregar un capítulo nuevo al cuento épico por el que se avanza con cada paso. No se trata de objetos y antigüedades que forman parte de una decoración, sino del verdadero patrimonio heredado por la familia durante más de tres siglos. Cruzar la puerta principal del castillo es entrar a un mundo repleto de leyendas que se empiezan a contar con detalles de la arquitectura Mewar y que terminan por cerrarse con las andanzas del pueblo contadas a través de pinturas en las paredes.

Típicas formas de esta tradición arquitectónica.

Un poco de la historia Rajput de Bijaipur dentro de las habitaciones.

Así son las puertas que protegen un descanso seguro.

A la experiencia como personaje de esta epopeya de unos días hay que sumarle que las habitaciones en donde se recibe a los huéspedes son simplemente hermosas, y de hecho las mismas en donde solían dormir los guerreros de la familia Singh.

Una de las habitaciones dobles.

Hay espacio por todos lados.

Y también algunos toques de modernidad.

Los 42 KM que separan a Bijaipur de Chittor son más que suficientes para acá sí poder disfrutar de un viento que llega ya sin tierra, sólo fresco y escurridizo por entre el verde de las montañas. Salir a caminar por un pueblo en el que no hay turistas y los nenes se abalanzan a pedir fotos o charlar con uno, recorrer en bicicleta las callecitas casi desiertas o galopar en uno de los caballos Mewar que relucen en el establo son algunas de las actividades imperdibles cuando las arrugas de los dedos piden un descanso de pileta.

Hay 12 caballos hermosos.

Otra opción genial es simplemente salir a caminar.

O agasajarse con un plato de comida tradicional exquisita preparada únicamente con ingredientes de la huerta de la familia o de producción casera en el pueblo.

Puede que Bijaipur no esté en el plan de viaje de muchos de quienes llegan a India. Pero aquellos que necesiten unas vacaciones de las bocinas y el ajetreo de las ciudades, un viajecito al corazón de la verdadera historia y tradición de los Rajput de Mewar, si lo agregan a su itinerario tendrán para siempre un cuento más que contar.

Cada mañana, en cada recoveco, hay un detalle con pétalos nuevos de los jardines.

Y cada atardecer, se juegan partidos de voley en los que el dueño, un tipo amigable y risueño de la aristocracia india, invita a todo el pueblo a su hogar.

Hay hasta un pequeño “bebé camello” y una de las delicias es probar los tés que se hacen con la leche de su madre.