Esta risa hermosa de Antony es lo que más extrañaba de Asia. Y así me recibió Singapur. Fue la primera persona que conocí minutos después de pisar estas tierras, cuando entre lagañas intentaba divisar el destino del tren al que me subía en la Changui Airport Station un rato antes de las 6 de la mañana del sábado. Le pregunté si ése me llevaba hasta Bugis y a partir de ahí no paramos de hablar yo, y de reírse él.
Por estos pagos la vida es así. Lo primero que hace la gente cuando le decís algo, sin importar qué poco chistoso sea, es largar una carcajada. Me pasó en Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam, y ahora también me pasa en Singapur.
Tal vez es porque como me contó Antony “éste es un país muy joven, imaginate que yo soy de la primera generación de singapurenses originarios. El resto de la población son inmigrantes. Nosotros nos independizamos en 1963, cuando los malayos nos echaron porque decían que éramos muchos chinos. Ahora el 75% de la población de Singapur es malaya, y el resto indios, chinos y algunos otros”.
Y este popurrí cosmopolita es lo que llena la ciudad-estado. Desde la ventana del piso 26 de mi habitación en la casa de Kuni, el chico japonés que me hospeda, veo una mezquita del barrio árabe, la avenida que me lleva hasta Little India y los rascacielos de la zona primermundista del centro, que no dejan rastros del Chinatown que vive a sus espaldas.

La vista desde mi ventana, en el barrio de Bugis. Por la avenida derecho, después del distrito árabe, se llega a Little India.
A estos contrastes culturales se le suma todo lo que viene con ellos. Cada vez que bajo del ascensor con los oídos tapados, apenas salgo a la calle me doy un paseo por un primer mundo estricto. Todo está perfectamente limpio, el asfalto de las calles parece nuevo, hay obras en construcción por donde quiera que se mire y todos respetan un montón de reglas que no conozco pero que se siente que existen porque no hay nadie haciendo ninguna locura.
Pero también está el otro lado. A los edificios futuristas y de formas tajantes cruzando el Singapore River se le oponen los colores y olores de las callejuelas interiores de las zonas de comida en Little India, las tiendas de chucherías repletas de ofertas en el barrio chino, la Orchad Road y su congestión de mega-shoppings, los monjes naranjas merodeando las áreas aledañas a los templos, los que comen con la mano y hasta los que no sé si comen, porque también acá hay vagabundos. Y así como en el metro no se puede ni comer ni beber, hay una parte de la ciudad en donde se puede, o no se puede pero se hace, bajo la modalidad feria callejera, vender cosas robadas.

Un monje que también hace las compras en la feria callejera de cosas robadas (el dato de que las cosas son robadas lo aportó Kuni, que hace 8 años vive acá a la vuelta. Además, en un momento me pidieron que no sacara fotos, “por la policía”).
Y entre este mix de sensaciones singapurenses, recién aterrizado desde occidente, y así como quien no quiere la cosa, aparece este viajero amigo. Batallando con el calor sofocante, aclimatándose a las lluvias torrenciales, repentinas y fugaces, desayunando sopas chinas, almorzando biryanis indios y disfrutando con cada sonrisa.

Ayer amaneció el cielo todo celeste, pero a la tarde de repente se cayó el cielo. Duró media hora el aguacero.

El biryani consta de arroz indio, sopa, pan, carne a elección (en este caso cordero) y aveces con una fruta de postre. Éste lo pagué U$S5,7, pero también se consigue por 4.
28/09/2015 at 07:23
Genial!!!!!!!!!!!!!!!!!! Las sonrisas son lo más!!!! 🙂
(pero libranos de esa moda, por favoooooorrrrr!!! jjajajajajaa)
28/09/2015 at 07:31
Espero que no llegue la moda oriental a estas latitudes jajaja
28/09/2015 at 08:46
jajaja! Avisame si querés alguna prenda en especial que allá no se consiga te hago un envío.
28/09/2015 at 10:15
Jajaja, te puse en fb, se me está complicando el temita del shortchito (que creo ya lo tengo resuelto) y las tiritas que tiene en el pelo..
Igualmente, dejame que haga un estudio de mercado para ver si podemos lanzar esa moda acá y te hago saber para mandar el container… 😛
28/09/2015 at 10:34
que linda ciudad =) espero conocerla pronto
un abrazoo! ya quiero ver más aventuras singapurenses!
28/09/2015 at 10:46
Qué lindo!!!! qué rico!!!! qué bueno que la gente sonría!!! disfrutá muchooooo!!! besos.
Luli
28/09/2015 at 10:50
Prometo seguir probando comidas propias de estas tierras! Gracias!