“Fui por un par de días y me terminé quedando dos semanas… no me podía ir” fue todo lo que necesitamos escuchar para que se nos hiciera menester cambiar nuestros planes de viaje y conocer Karuna Farm. La frase mágica salió de boca de una española desconocida con la que coincidimos en un bar de montaña y que nunca atinó a explayarse mucho más que con un “es un lugar hermoso al que van y se quedan con los dueños… ellos son divinos, hay uno que habla mal pero es muy divertido”.
¡Cuánta intriga y qué ganas de conocer la granja y sus dueños! ¡Pero qué escueta la data y cuánta inexactitud también! La cantidad de especulaciones que se barajaron en nuestras cabezas durante los cinco días siguientes sobre a dónde iríamos, quién nos hospedaría y en qué contexto sería abarcaron desde el llegar a casa de una familia que tal vez ni hablara inglés para comer y dormir con ellos muertos de frío en el medio de la nada, hasta no tener dónde quedarnos por haber pifiado al elegir un destino repleto de turistas sin tener idea de qué se trataba.
Corretear por praderas de montaña, mezclarnos entre las vacas, cabras y pollos de una granja, juntar leña para el fuego que calentaría la noche, cocinar, amasar, lavar y hasta ordeñar y participar en cuanta tarea doméstica y cotidiana fuese necesaria, todas estas posibilidades aparecieron por nuestros pensamientos. Pero lo que no llegamos a imaginarnos fue que lo que nos esperaba allá arriba, en la montaña, y sumergida entre medio de la selva, era una aldea ecológica.
¡Qué gran sensación cuando después de caminar varios kilómetros con las mochilas por un maldito camino de piedras empezamos a recorrer senderos de montaña que zigzagueando entre bananos iban dejando entrever que ya estábamos cerca! El primer indicio fue un establo oloriento con algunas vacas, más abajo un par de casas típicas de montaña desde donde se aparecían lugareños invitándonos con gestos a seguir camino y, por último, paneles solares por todos lados. Estaba claro que lo que nos rodeaba hacía rato que había dejado de ser normal para estos pagos: ¡llegamos a Karuna!

La idea es alimentarse con los frutos y granos que proveen los árboles que se cultivan en la granja.

El café forma parte del proyecto de plantación de 2.000 árboles que se llevó a cabo en 2011 y que se espera para 2016 brinden autosustentación a Karuna.
Estamos felices por haber cambiado nuestros pasajes y con ellos lo poco que habíamos panificado del viaje. Nos arriesgamos a encontrarnos con cualquier cosa y resultó ser que todo lo que nos rodea es alucinante, pero… ¡No! ¡No tenemos reserva! Sólo somos amigos de “Eli”, ella nos dijo que viniéramos. “Ah, son amigos de Elisabeth?”, nos dice Chitra toda emocionada. “Déjenme que veo cómo estamos de reservas y ya les digo si pueden quedarse”.
La cabaña que nos dan es la misma en la que vivió quien yo creía llamarse Elisa y, además, es perfecta. Tenemos cama, colchón, frazadas, cocina a gas, hogar a leña, varias ventanas, una terraza con dos sillas, una soga larguísima para colgar la ropa, palmeras en la puerta y un baño al aire libre que mira la llanura y cómo empieza la cordillera desde una de sus montañas. Y como si todo esto fuera poco, el puesto más próximo con vida humana está a 15 minutos por un sendero que sube la ladera, salta un vallado, apila escalones, cruza un arrollo, se monta a la pared de una construcción antigua abandonada, bordea una cascada, atraviesa una selva de bananos y paltas, y vuelve a bajar la montaña.
Bhajan Kutir se transforma así en nuestro bunker, el centro de operaciones desde donde dedicamos los próximos días, intensamente, a integrarnos nosotros también en esta comunidad que propone una forma de vida en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. Entre los quehaceres cotidianos figuran recorrer bosques encantados, adentramos en el valle, subir hasta la punta de la montaña más alta, relajarnos en “La Roca” y sumergirnos en las selvas que forman las veinte variedades de frutas, vegetales y granos que se cultivan en la granja.
Tanto el entorno natural en el que vivimos como los viajeros que conocemos y la gente que trabaja en la granja hacen que todo sea perfecto para que tras cinco días de relax en el paraíso, y aunque con gusto a poco, estemos listos para emprender nuestro dilatado viaje hacia ese otro mundo que creemos va a ser Rajastán.
DATOS ÚTILES – PRECIOS Y RESERVAS
Como nos enteramos ya una vez estando ahí, lo más común es que las 10 casas que ofrece como hospedaje la granja estén reservadas de antemano. Por eso lo mejor para los que quieran ir es hacer una reserva previa por teléfono.
PRECIOS
Hay 10 casas distintas. La mayoría salen 500 Rupias para dos personas, más 100 por invitado extra. Además se cobra 50 Rupias pro la garrafa de gas en caso de que se la use. Y también hay una casa de 350 Rupias para una sola persona y otra de 1000 INR para 4.
Como para que se den una idea de lo que se puede gastar, nosotros estuvimos 4 noches en una de las casas para dos personas y desayunamos, almorzamos y cenamos siempre en el “bar” de la granja, y gastamos U$S40 cada uno en total (U$S10 por persona por día con todo incluido)
RESERVAS
Por teléfono llamando a los números:
+91 936 075 0817
+91 984 210 8018
WEB
Más información sobre la granja se puede encontrar en:
www.karunafarm.in
BOCA EN BOCA VIAJERO – CÓMO LLEGAR A KARUNA FARM
Éste no sólo es un destino que no está en las guías de viaje, sino que incluso si se le pregunta por él a los lugareños de la zona puede que muchos no tengan ni idea de qué es Karuna Farm. Sin embargo, a quienes cuenten con esta info les va a resultar muy simple llegar. Sólo tienen que elegir una de las siguiente tres opciones:
TAXI
El centro de Kodaikanal rebalsa de taxistas dicharacheros que ofrecen sus servicios a los cuatro vientos. Aunque todos pidan inicialmente 400 Rupias para llegar hasta Prakashapurum, nosotros tuvimos éxito ofreciendo la módica suma de INR200 (U$S1 = 54 Rupias). Es un viaje de más o menos media hora y una vez en el pueblo hay que caminar 3 km por una calle de tierra y tosca que primero rodea el valle y después atraviesa (en bajada) un bosque hasta llegar a la granja.
Esta opción no es recomendable si se lleva mucho equipaje (y mucho menos si parte de él incluye valijas con rueditas y se quiere hacer uso de ellas).
BUS
Se puede también tomar un colectivo local (no más de 35 rupias) desde la Central Bus Stand de Kodaikanal hasta la parada de colectivos de Prakashapurum y ahí hacer el mismo camino a pie que si se va en taxi (aplica la misma restricción para quienes lleven mucho equipaje). Conviene averiguar con anticipación los horarios de los colectivos porque al tratarse Prakashapurum de un pueblito muy chiquito, la frecuencia es menos que poco asidua.
JEEP
Y para quienes quieran empezar a disfrutar de la granja sin un sacrificio previo, la única manera de evitar la turbulenta caminata es haciendo uso de los jeeps amigos de Karuna Farm. Se los puede reservar por teléfono a la hora que uno quiera, tanto para ir como para volver, su conductor increíblemente no toca bocina una vez que empieza el camino de tierra a través del valle y el bosque y el precio es de 375 rupias a dividir entre los comensales (entran seis adultos con equipaje como mínimo).
24/08/2015
Asia, EL VIAJE, India