– Esta historia empieza en “PASA EN INDIA – Lo que empezó como “una infección de riesgo” y que ahora parece ser “un simple derrame” me tiene hospitalizado (aunque sin amputaciones en el haber)” y es la continuación del post “DIARIO DE UNA HOSPITALIZACIÓN EN INDIA – Primera incursión en la sala de prácticas: la aguja y el bisturí (lunes 14.01.13)“-
AVISO: En este post hay imágenes de un tobillo, una tijerita quirúrgica, una pincita y una jeringa sin aguja en el contexto de un drenaje.
A pesar de todo intento mantener el buen humor y hago reír a todos.
El martes al mediodía piso por segunda vez ese consultorio que entre computadoras, secretarias y enfermeras que van y vienen hace las veces de pequeño “operation theatre”. El propósito de la visita es chequear cómo está la herida y volver a limpiarla en caso de que haga falta.
A la derecha, el jefe del departamento traumatológico, y a la izquierda el doctor que me atiende hoy.
Pero esta vez caigo en manos (¡y bisturí!) de uno que no tiene la misma delicadeza que el Dr. Simon. Es que luego de sacarme la venda, desinfectar con pervinox y tantear la zona gelatinosa, no sé por qué circunstancia de la vida pero decide abrirme la herida ¡y seguir cortando! sin anestesia.
Primero me desinfecta todo el pie por afuera con pervinox.
Éste es el momento en que cambia de opinión, cuando siente que hay nueva sangre suelta.
Al parecer parte del tejido blando que rodea al tobillo tiene una lesión y esto hace que la hemorragia no se detenga. Hay más sangre derramada y, a pesar de que al principio parece que no, es necesario volver a abrirme o de lo contrario podría infectarse. Si busco una razón supongo que es este cambio de planes sobre la marcha lo que lo lleva a hacerlo sin anestesia, pero igual ni por lejos lo justifico.
Me abren otra vez (y a partir de ahora filmo como puedo).
Ahora sí me retuerzo en la camilla del dolor que siento. Las caras de las enfermeras en una y otra punta son preocupantes, pero el doctor prosigue con su cometido. La tijera penetrando para agrandar el tajo y una pinza que empuja una gasa todo a los largo y ancho en la profundidad de la herida son sin duda los dos peores momentos del día.
Lo lavan inyectándole solución salina.
¡Y esto fue lo peor!
“Ok, It´s over, It´s over”, me dice, antes de diagnosticarme una internación de otros 3 días. “Lo que vos digas, pero que lo que me hagas mañana por favor sea con anestesia”.
Con el tobillo así me voy a la habitación.
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