La primera vez que tuve la desgracia de escuchar el “high season, my friend, high season” de boca de un indio y en un inglés rústico y poco pulido, dos imágenes premonitorias se abalanzaron sobre mi cabeza. La que no me gustaba tanto era la de mis siete amigos y yo transpirando en el arte del regateo para bajar aunque sea un poco los precios y comisiones estrafalarios que seguramente se manejarían por estos días. Más auspiciosa, en cambio, era la transpiración que podríamos adquirir en las fiestas de playas supuestamente paradisíacas que dado el acecho de la temporada alta deberían de esperarnos desbordantes de juerga y algarabía.
Estaba en Bombay e intentaba conseguir un viaje rápido, cómodo y barato. “¿You go to Goa?”, me dijo el my friend de la agencia de viajes antes de siquiera darme tiempo a abrir la boca y dejándome claro que no era el único que iba a pagar sumas ridículas debido a la temporada. Acto seguido me comentó, sin escatimar en sonrisa pícara, que los precios estaban por las nubes: bus local 1700 rupias, sleeping bus 2500 y el tren 1360*.
*Bombay a Goa | 53 rupias = U$S1.
Tras haber confirmado el primero de los escenarios posibles (con un éxito nulo a la hora del regateo), 15 hs de tren (3 de retraso incluidas), 30 minutos de un primer bus local desde la estación de Thivin a Mapusa y una hora más de otro también repleto de gente me dejaron entre la tierra y los puestitos callejeros de la calle principal de Arambol, mi primer destino en India.
Comerse los codos en busca del lugar perfecto para festejar año nuevo es un clásico del viajero que llega al ocaso de diciembre en territorio desconocido y, para no ser menos, nosotros también lo hicimos. Entre relatos de otros bloggers de viajes, sugerencias en foros de viajeros y bolas que se corrían acá mismo en India, creo que debemos de habernos informado mejor imposible sobre dónde pasar año nuevo.
La idea que terminó por convencernos fue la de hacer base en un lugar lindo y tranquilo, pero que a la vez estuviera cerca de otro un poco más festivo. Arambol y Anjuna, más un taxi de 40 minutos y 250 rupias por pera que las conectaran aquella noche, parecían el combo perfecto para satisfacer todas nuestras necesidades. Pero nos falló Anjuna.
Lo cierto es que nada de lo que pasó esa noche, salvo la música a todo lo que da, se asemejó a lo que cualquiera de nosotros se esperaba de una fiesta en la playa. Creo que el problema principal residió en una de las bases de la cultura india: su machismo. “Yo tuve fiesta en mi casa”, me dijo Mónica, una chica que vende telas en la playa y de la que me hice amigo. Lo raro fue que su fiesta en mi casa significa haberlo pasado sola, sin música, sin su marido y sin sus amigas. Y si lo pienso un segundo me imagino que este tipo de jolgorio también debe haber tenido lugar en muchas de las otras casas de India. Porque no es que en las fiestas -y en este caso me refiero a las de verdad, como la de la playa de Anjuna- no había nadie. ¡Todo lo contrario! Estaban llenas de hombres indios tomando alcohol y pasándosela de lo mejor mientras sus mujeres “festejaban” recluidas.
Entendiendo que los hombres son los únicos que pueden divertirse en este país (por lo menos si de locales hablamos) ya entonces deja de sorprender un poco todo lo que eso lleva como consecuencia. Un montón de testosterona toda junta no puede pasar desapercibida. ¿El resultado? Por cada chica extranjera que se veía en la “fiesta” había que contar mínimo con las dos manos la cantidad de indios que la rodeaban y acosaban. Si hasta a nosotros mismos, todos hombres, nos resultó bastante invasivo el modo en que se nos acercaban y tocaban. No me sorprendió para nada, entonces, escuchar al otro día a varias amigas viajeras contando que por momentos se habían sentido más que incómodas o hasta con miedo por estar solas entre todos los indios.
El año nuevo que pasamos fue muy distinto al que nos hubiera gustado, pero igual fue toda una experiencia a nivel sociológico. Y más allá de que no comparto, con esto no intento juzgar positiva o negativamente el modo de ser diferente de una cultura lejana a muchas otras de occidente. Pero sí quería transmitir cómo nos sentimos muchos de los viajeros que ya lo vivimos, porque sé que en un futuro muchos otros estarán buscando la misma información que no encontramos nosotros. Y que dada su fama, tal vez muchos caigan en Goa en busca de fiestas.
Yo más bien, y después de haber visto en carne propia como se desvanecía el segundo de mis escenarios imaginados, volvería a estas tierras sólo fuera de temporada, cuando los precios se amolden más a los del resto de todo India, y en busca de lindas playas (aunque ni por lejos paradisíacas), tranquilidad, fogones, guitarra y buena comida.
DATOS ÚTILES – CÓMO MOVERSE
Si pensás ir de Bombay a Goa por tierra, podés elegir entre tren o colectivo. Es importante saber que más allá de que como medio de transporte los trenes son más cómodos y llevaderos, acá en India suelen retrasarse y si estás corto de tiempo esto puede ser un problema.
Además es fundamental estar atentos a los precios reales de los pasajes, siendo mucho más conveniente comprarlos directamente en las estaciones de trenes o buses. Las agencias de viajes o símiles suelen cobrar comisiones que pueden ser de hasta 5 veces el valor real del pasaje.
Tren Bombay a Goa, clase sleeper (cama) sin aire acondicionado: 380 rupias.
Bus Bombay a Goa (agencia de viajes): 700 rupias en adelante.
Sleeping bus Bombay a Goa (agencia de viajes): 1700 rupias en adelante.
Bus local Thivin-Mapusa: 15 rupias.
Bus local Mapusa-Arambol: 20 rupias.
Podés buscar pasajes en la web oficial del centro de atención a pasajeros del sistema ferroviario de India.
08/01/2013 at 18:12
Si viajan en sleeping bus, saquen en los asientos de arriba, porque en los de abajo vas acostado en el suelo, literal, y sufris de mareos como me paso a mi!!!
Lo mejor para viajar en india es el tren, ademas de que tienen baño, cosa que el bus no
12/01/2013 at 06:01
muy copado el post… mogollon de experiencias
muy buena y util data tb!
exitos man!