DIARIO DE UNA HOSPITALIZACIÓN EN INDIA – Comienzo a preguntarme seriamente si acaso mis venas podrían llegar a explotar (lunes 21.01.13)

En el marco de mi lucha actual contra el Estafilococo Áureo se cumplen 10 días de estar internado y a pesar de que durante la mayor cantidad de tiempo mantengo el buen humor, por momentos la situación me supera. El problema principal es que desde que me cambiaron los antibióticos, estos momentos se repiten con mayor frecuencia y en particular con cada nueva dosis de inyecciones.

Las siento muy invasivas.

A eso de las 5 de la mañana, cada día, empiezan con la primera. A partir de ahí se repite un antibiótico cada 6 horas y otro cada 8. En total son 7 dosis por día, 7 veces que siento cómo un líquido abrasador avanza frío y lento por mis venas irritando sus paredes de tal manera que dan la sensación de que fueran a explotar. Y si me duele así por algo será. ¿Podrán reventar? Razono que las venas están diseñadas para transportar un cierto volumen de sustancias y que como todo recipiente contenedor, si se las sobrecarga en algún momento su resistencia va a terminar. ¿Cuánto dolor manifestará el cuerpo justo antes de que estallen? ¿Cuál será el límite? Porque esto de hecho ya se siente bastante mal.

“Pain?”, preguntan con cara de preocupadas las enfermeras mientras aprietan el émbolo de la jeringa con una mano y presionan con el pulgar de la otra a lo largo de mi vena para ayudar al antibiótico a circular. “Yeah, fucking painful”. Es hora de cambiar otra vez el catéter de lugar.

Así estamos.

El pie evoluciona perfecto. La herida está limpia y seguramente de acá a dos días también esté cerrada. Pero los brazos ya no sé dónde me los pueden pinchar. Tengo marcas por todos lados. Y nunca pensé que alguna vez lo diría, pero me duelen las venas.

Y así está el pie.