Los bosques tropicales de Sumatra y sus especies endémicas amenazados de muerte

A finales de junio Kuala Lumpur y Singapur, entre otros tantos puntos del sur del sudeste asiático, despertaron una mañana inmersos bajo una nube tóxica que registraba los peores índices de contaminación del aire en la historia de la ciudad-estado. El viento soplaba del oeste y, junto con las emisiones de carbono en las narices del pueblo malayo y singapurense, ponía ante las del resto del planeta el crimen ecológico que hace años se lleva a cabo en Indonesia.

Una imagen satelital de los incendios de finales de junio en Sumatra y su distribución según las plantaciones de palm oil. (Foto: World resources institue – Foto de portada: Greenpeace).

La situación forestal al mismo tiempo en Borneo (Malasia e Indonesia). (Foto: World resources institute)

INUNDADOS EN INCENDIOS

Muchos de los bosques tropicales de Sumatra crecen sobre zonas pantanosas e inundadas en donde la propagación de incendios no debería darse más que en contadas ocasiones. Se trataría, en tal caso, de un proceso natural controlado por la naturaleza misma y que por ende llevaría a un equilibrio del medio ambiente.

Bosques de Sumatra en millones de hectáreas (1990-2010).

¿Pero cómo puede ser que, estando estos bosques protegidos por el ecosistema que los alberga, lo que antes eran fuegos ocasionales se hayan tornado en moneda corriente de las últimas décadas? Más allá de que la naturaleza sepa autoregularse, poco puede hacer ante la increíblemente poderosa estupidez humana.

Comparativa de la distribución y densidad de bosques en Sumatra (1985 – 2009).

Aunque no siempre se pueda identificar a los responsables directos de cada ignición original, es sabido que se trata, por lo barato que es, de uno de los métodos más utilizados por empresas y campesinos para limpiar ilegalmente los bosques. ¿El objetivo de tamaña atrocidad? Hacer un poco de plata fácil con palm oil.

Los bosques del amazonas en sudamérica, los de centroamérica y los del este de Rusia también atraviesan una situación semejante.

FUEGO, HUMO Y PALMERAS.

La creciente demanda de aceite de palma a nivel mundial ha hecho que Malasia e Indonesia, famosas desde hace tiempo por sus paraísos de playas, sol y palmeras, ahora también lo sean por el lado oscuro de ellos. Entre ambos países se concentra el 86% de la producción mundial de esta materia prima que de un tiempo a esta parte se ha convertido en un boom de las industrias alimenticia, cosmética y de biocombustibles.

Una refinería de aceite de palma en Borneo, Malasia. (Foto: losviajeros.com)

La clave de su éxito comercial está dada por el hecho de ser un cultivo 10 veces más productivo que otros de los que también se deriva el aceite y entre los que se cuentan la soja y el girasol. Además, mientras que es rico en grasas saturadas se diferencia de muchas animales por no poseerlas en su versión trans. Es así como hoy en día, además de versátil y abundante, también se ha convertido en un producto muy popular. Su industria es de tal magnitud que emplea, sólo en Malasia, a más de 570.000 trabajadores que generan un ingreso por exportaciones de más de 22 mil millones de dólares por año.

Un hombre traslada una pequeña planta como parte de la transformación de un bosque tropical. (Foto: Paul Hilton)

Pero el precio es demasiado alto y está dado por el fracaso ecológico que significa la forma en que usualmente se lo produce. Una vez que las compañías drenan las aguas de las tierras que les fueron concedidas (y muchas veces de las que no también), la tundra deja de ser pantanosa para secarse rápidamente. Por otro lado, debido a la actividad sísmica y volcánica bajo los bosques tropicales de Indonesia descansan reservas de carbono vastísimas. El escenario se convierte en el perfecto para la generación y propagación de incendios que una vez que cobran fuerza no sólo resulta muy difícil frenarlos sino que además liberan una cantidad exorbitante de gases que contribuyen al efecto invernadero. Tal es así que Indonesia se ha convertido en el tercer emisor de este tipo de gases a nivel mundial, sólo detrás de Estados Unidos y China.

Los bosques quedan expuestos a especies invasivas que pueden amenazar a las especies endémicas, se alteran los ciclos de los cursos de agua y la fertilidad de la tierra, y se destruyen los modos de vida de los lugareños que viven en ese entorno. (Foto: Paul Hilton)

MONOS NO, MONOCULTIVOS SÍ.

Luego del drenaje, la tala y el incendio intencional de bosques tropicales, algunas de las especies que sólo viven es este lugar del planeta ven cómo la riqueza y biodiversidad de su hábitat deja lugar a un extenso monocultivo. Las plantas mueren al instante mientras que los animales que logran sobrevivir son desplazados hacia un entorno reducido.

Un orangután es sedado por un equipo de especialistas que luego lo reinsertaran en otro hábitat. (Foto: Paul Hilton)

El de los orangutanes de Sumatra es uno de los casos más icónicos del desastre que significa todo esto. Encontrándoselos únicamente en esta parte del mundo y quedando alrededor de 6.600 ejemplares, estos grandes simios necesitan del bosque para sobrevivir al peligro crítico de extinción que los azota. Desde que se despiertan a las 6 de la mañana, mientras se alimentan de los frutos del bosque durante el día y hasta que se construyen un nuevo nido para volver a dormir a las 4 o 5 de la tarde, jamás bajan a la superficie. Y mucho menos se atreven a caminar por los espacios abiertos o descampados que se generan para y por la explotación forestal. Una simple ruta de tierra para que pasen vehículos industriales significa una división drástica del espacio de acción dentro del cual un orangután puede buscar comida y desarrollar su vida.

Las hembras usan 1.500 hectáreas y los machos entre 4.000 y 10.000. (Foto: VIAJOSCOPIO | Blog de viajes y aventuras)

A esto hay que sumarle que para que una una familia de esta clase de primates tenga posibilidades de sobrevivir en el largo plazo tiene que estar constituida por un número relativamente grande de individuos. Hoy en día se estima que sólo 6 de las muchas comunidades que habitan el ecosistema Leuser (donde se halla el 85% de los ejemplares totales del mundo) tienen posibilidades de lograrlo. El resto son demasiado pequeñas y morirán de aquí a pocos años.

Hay muchos bebés huérfanos. Sus madres a sus madres se las mata para secuestrar la cría y venderla como mascota en el mercado negro. (Foto: Paul Hilton)

HUMANIDAD SUSTENTABLE.

La tala de los bosques tropicales para la posterior plantación de monocultivos como el caucho y palm oil son el principal depredador del orangután y esto significa, una vez más, que somos nosotros quienes los estamos asesinando. Los valores actuales indican que la deforestación en Indonesia está viviendo su época de plenitud, alcanzando records tales que llevan a los científicos a vaticinar que si no se frena semejante deforestación, en 10 años habremos acabado con las posibilidades de supervivencia de todas y cada una de sus comunidades.

Los bosques son esenciales para la vida en la tierra. El 80% de las especies de nuestro planeta vive en alguno de ellos. (Foto: Greenpeace)

Aunque existe un marco regulatorio que prohibe la deforestación masiva, la realidad indica que es constantemente pasado por alto. Las plantaciones que hacen por obligación las concesionarias no llegan ni por asomo a lo que deberían y mucho menos a compensar la tala indiscriminada que llevan a cabo.

Los más biológicamente diversos y complejos son los bosques tropicales. Todos ellos representan ecosistemas de alta complejidad en donde una variación afecta al todo. Además, ayudan al control del cambio climático. (Foto: Paul Hilton)

En este contexto, tenemos que hacernos cargo cada uno de lo que nos toca. Muchos de los productos que consumimos y que están elaborados con palm oil tienen sustitutos que muestran mayor respeto hacia el planeta. Y acá hay que tener cuidado. Porque ante el avance de las ONGs y grupos ecologistas en contra de la producción del aceite de palma, se ha formado, con el supuesto fin de elaborar criterios según los cuales podría existir una elaboración sustentable del mismo, la Mesa redonda de aceite de palma sustentable. Pero hete aquí que dicho organismo está conformado por algunas de las multinacionales que más daño hacen (Unilever, Procter & Gamble, Kraft y Nestlé entre otros). Agrupaciones como Say No to Palm Oil y Ecologistas en acción denuncian que se trata tan sólo de un maquillaje verde a cargo de los mismos infractores.

La cara de miedo de un bebé orangután cuando un equipo de salvataje lo rescata del cautiverio. (Foto: Paul Hilton)

La mejor solución, entonces, es dejar de ser cómplices de esta locura. Optar por no consumir los productos involucrados es una decisión tan simple de tomar y aplicar como lo fácil que resulta ponerse triste cuando se lee un artículo sobre el peligro de muerte que amenaza a los bosques tropicales y las especies endémicas que viven en ellos. Ahora hay que ver si cuando se conocen los hechos, y ya sabiendo que una posible solución descansa en el cambio de nuestros hábitos, estamos dispuestos a hacer ese mínimo esfuerzo.

Un trabajador en una plantación sustentable de palm oil. (Foto Jürgen Freund)