Que en materia de transporte Sumatra se lleva varios premios a lo peorcito que se puede encontrar, eso no es ninguna novedad. Los caminos polvorientos, y de piedra en muchos de sus tramos, zigzaguean entre la montaña sazonados para todos los gustos, menos para el del aventurero amigo que bien goza del plácido viajar.
Un bebé verborrágico encabeza, con gritos y pataleo, la orquesta interior de un colectivo que multitudinario avanza por la colina. Entre los que van amontonados en banquetas de plástico a lo largo y ancho del pasillo, los que comparten algunos de los peores rémix indonesios desde los parlantes latosos de su celular, los que se caen encima de uno víctimas del bambolear de las cuestas y la moto-pasajera que no me deja reclinar el asiento tanto como merecería esta parte de mi trayecto de 52 hs. de viaje, entre todos ellos sumamos alrededor de 70 comensales que otra vez tenemos que bajarnos del colectivo para poder volver a avanzar.
Cada combo desembarque-vuelta-a-embarcar nos toma una larga media hora, a cargo de un minuto indonesio que tiene sin dudas su ritmo propio para transitar la circunferencia del reloj. Cuando tras que el rugir apesadumbrado de un motor en primera marcha nos alcance por tercera vez montaña arriba, un desacatado se prende un cigarrillo justo atrás mío. Poca vida tuvo el cigarro antes de que sin pensarlo demasiado me diera vuelta para tocarle el hombro a este tipo, mirarlo fijo, arrebatarle el susodicho y tirarlo rápido por la ventana.
¿Estamos todos locos?, pareció indagarme con cara de pocos amigos. Y sí, hay veces que lo que pasa en Sumatra, y a la luz de los hechos, es más que de éste propio de un regio mundo de locos.
31/08/2013 at 22:13
Indonesia es realmente un sitio estupendo, ¿verdad?
08/09/2013 at 10:45
Sí, aunque por ahora sólo recorrí Sumatra, Indonesia es mi país preferido sin dudas, después de Nepal!