A pesar de que los embates de otras culturas han llevado a que modificaran muchas de sus costumbres tradicionales, aún hoy la muerte vive en el día día Batak. Una caminata por tierras de Samosir Island es un viaje hacia el mundo de los difuntos, que de por sí llamativo en cualquier sociedad, resulta todavía más atrapante cuando nos sumergimos en la cosmovisión animista de los nativos de este supervolcán.
Desde el instante en que llegan al mundo y hasta mucho después de irse, la vida de los Batak está influenciada por la voluntad de los espíritus. La fuerza del Tondi (el alma viva) se une a una persona al momento de su nacimiento no sólo para darle vida pero también para determinar su destino. Tal es así que una de sus 7 formas de existencia, la que se encuentra en la placenta, debe ser enterrada debajo de la casa del recién nacido para desde allí transformarse en el aura protectora que lo acompañará durante su vida.
Pero el Tondi, que representa la fuerza del espíritu, lejos de estar ligado incondicionalmente a una persona, tiene que ser debidamente atendido, siendo que si no se le presta la atención suficiente, empieza a alejarse de ella. Con la debilidad aparece la enfermedad, y cuando el Tondi desaparece por completo, entonces el Begu, la parte muerta del alma que hasta ahora aparecía adormecida, toma el protagonismo.
Los primeros rituales fúnebres, desde que el cuerpo es cargado por mujeres que giran alrededor de la casa hasta que tras caminarle cuatro vueltas a la redonda once personas en cada cruce de calles se llega al cementerio, están destinados a hacerle entender al Begu que ya no es parte de esa familia. Los giros, por ejemplo, no son más que para desorientarlo y que de esta manera no encuentre el camino de vuelta a la casa. Luego de cavarse la tumba en donde el cuerpo será enterrado por primera vez, se lo deposita de espaldas y con la cabeza del lado del pueblo, cosa de que si levanta lo haga mirando hacia otro lado.
Pero lo cierto es que cuando se anda por Samosir la isla toda parece un cementerio. Pequeñas, medianas y grandes construcciones a pocos metros de cada casa reflejan en sus ornamentos que ellas también son hogar de los muertos. Allí es donde se produjo el segundo entierro.
12/09/2013
Asia, EL VIAJE, Indonesia